Vivimos rodeados de filtros, retoques y estereotipos que nos dicen cómo deberíamos vernos para ser "bellos". Las redes sociales, la publicidad, incluso los comentarios bienintencionados, empujan a muchas personas a compararse, a sentirse menos o a creer que solo valen si se ajustan a un molde. Pero... ¿y si la belleza no tuviera tanto que ver con lo externo, sino con algo mucho más profundo y real?
Te lo digo claro: la belleza más poderosa es la que nace del amor propio. No de una crema milagrosa ni de una talla específica, sino del respeto, el cuidado y la conexión con uno mismo.
Rompiendo el mito: la belleza no se compra
Una persona puede seguir cada tendencia y aún así no sentirse suficiente. Porque cuando la belleza solo viene de afuera, es como una luz sin enchufe: puede brillar un rato, pero se apaga pronto.