LA GUÍA ESENCIAL PARA AFRONTAR CON CALMA TODOS LOS DESAFÍOS DE LA CRIANZA

Como madre y enfermera especializada en cuidados pediátricos, entiendo la crianza moderna: un mar de información que genera ansiedad. Buscamos guías fiables, pues 9 de cada 10 padres buscan fuentes expertas. Por ello, creé "Rescatando Padres", una guía integral basada en calma, conocimiento y seguridad.

Mi libro ofrece:
📘 Conocimiento Práctico: Protocolos claros, sin confusión.
🛡️ Seguridad: Herramientas para actuar con eficacia, sobre todo en emergencias.
❤️ Crianza Disfrutada: Menos estrés, más conexión.

Es para padres, abuelos y educadores. Descubrirán temas cruciales: primeros días, alimentación, urgencias (con una vital Guía de Primeros Auxilios), cuidados, seguridad, adaptación escolar, desarrollo, emociones y vida familiar. La Guía de Primeros Auxilios es clave para transformar pánico en acción.

Regalar "Rescatando Padres" es dar seguridad y calma. Mi doble experiencia, profesional y maternal, crea una guía rigurosa y humana. Nació de una vivencia personal: salvar a una niña. Me recordó la importancia de estar preparados.

Invierte en calma, invierte en seguridad. Es tu compañero de confianza.

 

18 septiembre 2025

Despersonalización: Sombra del Siglo XXI

En la consulta, cada vez escucho más frases que me resultan familiares: “Siento que no soy yo”, “Es como si estuviera soñando”, “Me veo desde fuera”. No hablamos de metáforas poéticas ni de exageraciones pasajeras: hablamos de la despersonalización, un fenómeno que se ha instalado con fuerza en el siglo XXI. En plena era digital, donde el tiempo parece correr más rápido que nuestra propia respiración, esta sensación de extrañeza con uno mismo se ha convertido en una especie de sombra silenciosa que acompaña a miles de personas.

Quien la padece no pierde el contacto con la realidad, pero vive con la incomodidad de no reconocerse en ella. Puede sentirse como un robot que ejecuta tareas sin alma, como un espectador de su propia vida, con un cuerpo que a ratos parece ajeno y una memoria que se estira o se encoge según el día. Es más que cansancio, más que distracción; es la angustia de seguir adelante mientras una parte esencial de ti se queda atrás.

Las causas son variadas, y aquí la modernidad muestra su ironía: la tecnología, que nos prometió conexión, también nos regala la desconexión. La constante exposición a pantallas, la presión de las redes sociales para proyectar vidas impecables, la comparación infinita con otros, todo ello alimenta la sensación de no ser suficiente… o de no ser nadie. El burnout laboral añade otra capa: jornadas interminables, responsabilidades excesivas, una rutina que reduce a las personas a engranajes que funcionan en automático. Y, por supuesto, están los viejos conocidos: los traumas tempranos, los duelos, el estrés extremo, incluso el consumo de ciertas drogas que pueden disparar episodios de irrealidad.

La psicología entiende la despersonalización como un mecanismo de defensa: cuando la mente no puede más, se desconecta para sobrevivir. Es como si bajara la palanca de la luz en medio de una tormenta eléctrica para evitar que la casa arda. La paradoja es que, en esa protección, la persona pierde también la calidez de sentirse viva. No es casual que este trastorno se asocie con la ansiedad, la depresión o el estrés postraumático: son caras de una misma moneda que nos recuerda lo frágil que puede ser la frontera entre estar y sentirse presente.

¿Y qué se puede hacer? Aunque no hay recetas mágicas, la psicoterapia ofrece caminos reales. La terapia cognitivo-conductual ayuda a identificar y desmontar pensamientos que perpetúan la sensación de extrañeza. Las técnicas de grounding —esas estrategias sencillas que nos devuelven al aquí y al ahora— enseñan a recuperar la conexión con lo concreto: sentir los pies en el suelo, reconocer lo que se ve, se oye, se toca. También existen libros y testimonios que, aunque no sustituyen la ayuda profesional, ofrecen compañía: relatos de quienes han atravesado el mismo desierto y han encontrado la manera de reconectar consigo mismos.

En definitiva, la despersonalización es uno de esos fenómenos que nos obligan a detenernos y reflexionar. En un mundo donde todo corre, mirar hacia dentro se vuelve un acto de resistencia. No se trata solo de entender un trastorno, sino de reconocer la urgencia de recuperar la autenticidad, el contacto humano, el valor de lo real frente a lo virtual. Porque, al final, el gran reto del siglo XXI no es conectarnos más, sino aprender a volver a casa: nuestro propio cuerpo, nuestra propia vida.

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