El costo de la ignorancia es control político
Cada punto porcentual de población sin acceso a educación de calidad se traduce en ciudadanos menos capaces de cuestionar, exigir o fiscalizar. Un país con altos niveles de analfabetismo funcional puede sostener estructuras políticas ineficientes o corruptas sin que exista presión suficiente para cambiarlas. Mantener a la gente inculta no es un accidente: es una estrategia que garantiza obediencia a corto plazo, aunque condene al país al estancamiento a largo plazo.
El dilema central
La pregunta, entonces, es si los líderes actuales están dispuestos a renunciar a parte de su control político a cambio de sociedades más prósperas y libres. Porque invertir en educación no es solo una decisión económica: es un acto profundamente político. Significa aceptar ciudadanos que piensan, cuestionan y reclaman.
Conclusión
La educación es, al mismo tiempo, la mayor amenaza para los gobiernos autoritarios y la mayor oportunidad para las sociedades que aspiran al progreso. Allí donde se niega, se cultiva obediencia. Allí donde se garantiza, florece la prosperidad.
Si existe una llave maestra para abrir la puerta al desarrollo, esa llave es la educación. Lo saben los ciudadanos. Y lo saben, demasiado bien, los gobiernos que prefieren mantenerla bajo llave.
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